Guía sobre la toxoplasmosis y el embarazo.
Profesores Dr. Francisco Serrano Aguilera y Dra. Virginia Iniesta Orozco
Unidad de Parasitología y Enfermedades Parasitarias, Facultad de Veterinaria (Universidad de Extremadura)
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Dado el alarmante número de abandono de gatos por miedo al contagio de toxoplasmosis, hemos elaborado esta pequeña guía encaminada a aportar una información sanitaria rigurosa sobre el contagio de la enfermedad. Ante todo hay que señalar que, siempre que se guarden las normas básicas de higiene, está demostrado que la convivencia con animales de compañía es altamente beneficiosa para cualquier familia.
Definición y hospedadores
La toxoplasmosis es una enfermedad de distribución mundial producida por el parásito intracelular Toxoplasma gondii, que es transmisible al hombre a partir de las deyecciones de los félidos (que actúan como hospedadores definitivos al albergarlo en su intestino delgado) o el consumo de carne de numerosos animales que, al igual que el hombre, actúan como hospedadores intermediarios albergando el parásito en diversos órganos. Se conocen unas 200 especies susceptibles (mamíferos herbívoros, omnívoros o carnívoros, aves e incluso algunos reptiles), aunque en distinto grado, a este parásito. En general, entre una sexta parte y un tercio de la población humana se encuentra infectada, y es igualmente muy frecuente en los animales de consumo, como cerdos o rumiantes. En la mayoría de los casos, la infección en el hombre suele ser asintomática y se asemejará a una gripe. Pero en el caso de las mujeres embarazadas y personas con problemas de inmunodeficiencia es preciso tener en cuenta una serie de precauciones.
Epidemiología y contagio de la enfermedad
El parásito presenta varias fases a lo largo de su ciclo vital. Cuando un gato ingiere formas de diseminación (ooquistes) eliminadas por otro gato al medio ambiente, o bien quistes del parásito presentes en la carne de otro animal infectado (un ratón, por ejemplo), en su intestino delgado se realiza una fase de reproducción que finaliza con la eliminación de ooquistes. El período desde que el gato se infesta hasta que los elimina (prepatencia) depende del origen la infestación, variando entre 3 y 24 días. Después de la infección primaria, menos del 50 % de los gatos eliminan ooquistes y únicamente durante un período de tiempo de dos o tres semanas, que cesa con la aparición de los anticuerpos contra el parásito. Solo en raras ocasiones (por ejemplo, si el gato padece enfermedad sistémica debilitante o inmunosupresiva) ocurre una nueva diseminación, que por otra parte, sería de una magnitud muy inferior. Por tanto, debido a que la diseminación es un fenómeno transitorio (sólo unos días a lo largo de toda su vida), generalmente menos del 2% de los gatos están diseminando ooquistes en un momento dado y sólo estos gatos son un riesgo directo para la salud humana.
En el medio ambiente se produce la fase de la esporulación del ooquiste, que dura una media de 2-3 días en condiciones óptimas, tras la cual se vuelve infestante. Como los ooquistes no son aún infestantes en el momento de su expulsion por heces, la limpieza y desinfección diaria de la bandeja del gato reducirá al mínimo que esta pueda ser la fuente de contagio para quien la manipule. El problema son las heces que no se retiran y contaminan el medio que nos rodea, ya que el ooquiste espolulado puede resistir meses en el medio ambiente (tierra, plantas) si hay una alta humedad y temperaturas templadas, lo que asegura su dispersión y el contagio de un gran número de hospedadores intemediarios, especialmente aquellos de hábitos herbívoros. En este sentido, el consumo de verduras sin desinfectar que puedan estar contaminadas con heces de gato, sin duda es más peligroso el que contacto directo con un gato o su bandeja, si se mantienen reglas elementales de higiene.
Pero seguramente el mayor peligro para los humanos no viene del gato ni de las verduras, sino al consumir carne de otros animales. Cuando el hospedador intermediario (recuerde, casi cualquier animal) se infesta, en sus tejidos se desarrollan quistes localizados principalmente en musculatura, miocardio, sistema nervioso central y retina. Los quistes musculares de estos animales son tan infestantes como los ooquistes eliminados por el gato. Por lo tanto, cualquier persona o animal de hábitos carnívoros (incluidos los humanos) puede infestarse mediante dos vías de contagio principales:
* Contagio oral por ooquistes esporulados, a través del contacto directo con las heces de gato infectadas o bien con tierra (en labores de jardinería por ejemplo), agua y alimentos contaminados con las mismas. En el caso de la personas, por tanto, está relacionado con una higiene deficiente.
* Por manipulación/consumo de carne cruda o poco hecha infectada con quistes musculares. En la carne destinada a consumo humano es muy frecuente la presencia de quistes tisulares y posiblemente es la vía más usual de contagio en los humanos en países desarrollados. La ingestión de carne poco hecha, o el simple manejo de la carne cruda al cocinar constituye un riesgo importante al contaminar manos y utensilios con quistes, que pueden llevarse inadvertidamente a la boca. Los quistes mantienen su capacidad infestante durante mucho tiempo en el animal vivo (meses o años) y son resistentes durante algún tiempo en la carne a la salazón, el adobado y la congelación (aunque mueren a los 2 ó 3 días en temperaturas de -15 a -25°C).
En el caso de mujeres y animales gestantes, además hay que tener en cuenta que se puede producir una transmisión congénita. En la fase aguda de la enfermedad (en los primeros días del contagio) las formas parasitarias circulan libres en la circulación sanguínea (parasitemia) de la madre, de modo que pueden alcanzar a la placenta y al feto, permitiendo así los efectos más indeseables de esta enfermedad. Este contagio trasplacentario no ocurre normalmente en la fase crónica (a partir de las tres o cuatro semanas del contagio de la madre), ya que la presencia de anticuerpos impide que el parasito sobreviva en sangre, y deba refugiarse enquistándose en los tejidos, y por tanto no puede alcanzar al feto.
Excepcionalmente, también pueden darse contagios a través de secreciones (por ejemplo, la leche) y transfusiones sanguíneas a partir de donantes, siempre que estén en la fase aguda.
Sintomatología
Normalmente en personas adultas la infección es subclínica (85-90% de los casos según la OMS), apareciendo generalmente como cuadros de fiebre y linfoadenopatías pasajeros y sólo raramente revisten mayor gravedad, por ejemplo produciendo retinocoroiditis.
En cambio, la toxoplasmosis congénita puede ser muy grave (produciendo aborto, o si el feto llega a nacer, dejar secuelas como la encefalitis, hidrocefalia, sordera o ceguera) o bien puede ser casi inaparente, con problemas como la falta de agudeza visual. Cabe insistir que la toxoplasmosis congénita no se produce si la madre estaba previamente contagiada, ya que su inmunidad contra el parásito protegerá del contagio al feto, por lo que el riesgo sólo existe si la madre se contagia por primera vez durante el embarazo. Entonces la reproducción del parásito en la placenta puede producir el aborto en un mes, e incluso antes si hay un proceso febril materno debido a la fase aguda. Durante el primer trimestre del embarazo la probabilidad de que la enfermedad se transmita al feto es baja, pero si ocurre la infección del feto tendrá un alto riesgo de aborto o lesiones graves, mientras que hacia el tercer trimestre ocurre justo lo contrario. Así, la probabilidad de que el feto contraiga la enfermedad es elevada si la madre se infecta en un estado avanzado de gestación, pero probablemente en este caso nacerá con una sintomatología leve o aparentemente sano (infección subclínica).
Profilaxis: pautas básicas de higiene para evitar el contagio
Para que existan riesgos para el feto, la futura madre debe ser seronegativa (sin anticuerpos en sangre) antes de la gestación. Por tanto, todas las mujeres deben realizarse una determinación rutinaria de anticuerpos frente a Toxoplasma al principio del embarazo, en la que se puede encontrar tres situaciones distintas:
- Presencia de bajos niveles de anticuerpos tipo IgG de alta afinidad: Indica que la madre ya sufre desde hace tiempo una infección crónica (con riesgo mínimo para el feto), puesto que estos anticuerpos se detectan incluso a los 15-20 años de la infestación, y no tiene por qué preocuparse más por este parásito, que comparte con una gran parte de la humanidad.
- Presencia de niveles altos de IgG, y/o la presencia de niveles significativos de IgG de baja afinidad, IgM o IgA: revela que se ha producido una seroconversión reciente, por lo que la madre puede estar en fase aguda (con un alto riesgo para el feto, aunque la madre no muestre ningún síntoma). Tampoco en este caso hay que preocuparse ya de la prevención del contagio (que ya se ha producido), sino de recibir el tratamiento apropiado inmediatamente.
- Ausencia total de anticuerpos. Solo en este caso, las mujeres embarazadas tienen que extremar las medidas para evitar los riesgos reales de contraer la enfermedad, y deberán:
* Lavarse las manos varias veces al día, sobre todo tras tocar tierra o al manipular carne cruda. Si no es posible evitar estas actividades, realizar los trabajos de jardinería o de cocina con guantes.
* Lavar y desinfectar con ácido acético diluido (vinagre) las verduras antes de su ingestión. Comer las frutas peladas.
* Usar utensilios de cocina limpios y desinfectados, y por supuesto, no compartirlos con las mascotas.
Comer siempre carne muy hecha, y evitar el consumo de carnes o derivados cárnicos no tratados por calor, como salazones, embutidos semicurados, etc
* Evitar el contacto con gatos callejeros o cuyo estado sanitario sea desconocido.
* Mantenimiento de los gatos caseros en condiciones higiénicas y administrarles tratamientos antiparasitarios profilácticos.
* Con objeto de extremar las precauciones, un sencillo análisis de las heces del gato puede determinar si está diseminando el parásito. El análisis de anticuerpos, aunque en algún caso pueda coincidir con el coprológico, no puede usarse como alternativa a este diagnóstico. Si un gato es positivo este test, no implica que elimine ooquistes, sino generalmente lo contrario, ya que los anticuerpos necesitan normalmente dos o tres semanas para formarse en cantidades detectables y al menos llevará ese tiempo infectado (probablemente varios meses o incluso años), así que muy probablemente ya no expulse ooquistes, que se eliminan precisamente en las primeras semanas tras el contagio. Y por la misma razón, el gato que sí elimina ooquistes, podría dar perfectamente un resultado negativo en el test de anticuerpos.
* Alimentarlos con comida comercial (enlatada o pienso) o carnes bien cocinadas, al menos a 66ºC
* Evitar que salgan de casa para que no tengan acceso a ratas, ratones y pájaros.
* Control y destrucción de sus heces: retirar las heces de la bandeja a diario, para eliminar los ooquistes antes de que se vuelven infestantes y disminuir el riesgo de que las heces puedan contaminar alguna zona o el pelaje del gato, evitando el contacto directo con la arena (empleando pala y guantes de goma) y lavándose las manos después. Desinfectar la bandeja regularmente. Para ello basta limpiarla con muy agua caliente.
Como vemos, siguiendo unas pautas básicas de higiene se puede prevenir la transmisión de la toxoplasmosis. Una limpieza insuficiente de los alimentos o utensilios de cocina, y la ingestión de carne infectada pueden ser importantes fuentes de contagio. El gato casero que no sale de casa y come alimentación preparada, no puede ser infectante. LA TOXOPLASMOSIS NUNCA DEBERÍA SER UN MOTIVO DE ABANDONO |